VOTOS
I. Pobreza
1.- El primer grado de la pobreza consiste en desprenderse
de todos los gustos y afectos desordenados de los sentidos externos, hasta apaciguarlos y que estén sujetos a la razón, con
la ayuda de la Santísima Virgen, con lo que logrará con la entrega ordinaria de estos a Ella, para que Ella los disponga al
servicio de Cristo.
2.- El segundo grado de la pobreza consiste en desprenderse
de todos los gustos y afectos desordenados de los sentidos internos, de la imaginativa, de la memoria, hasta que sean
de la Virgen Santísima.
3.- El tercer grado de la pobreza consiste en desprenderse
de la propiedad de la inteligencia, para dejarla en manos de la Santísima Virgen María, que Ella hará entender lo que es precioso
a su Hijo Nuestro Señor Jesucristo y de utilidad para el servicio del prójimo.
4.- El cuarto grado de la pobreza consiste en desprenderse
de la voluntad propia y de todos sus afectos, dejándola en manos de la Santísima Virgen María, que Ella le enderezará a querer
a su Divino Hijo y al prójimo como a uno mismo.
5.- El quinto grado de la pobreza consiste en desprenderse
de todos los afectos del corazón por las cosas y por las personas, y entregarlos a la Santísima Virgen María, que Ella los
purificará para dejar un corazón semejante al de Ella.
6.- El sexto grado de la pobreza consiste en desprenderse
de la propiedad de los tesoros espirituales que merezcan los méritos de una vida santa, dejándolos en manos de la Santísima
Virgen María.
7.- El séptimo grado de la pobreza consiste en desprenderse
de todo lo que es uno mismo convertirse en esclavo de la Santísima Virgen María y víctima de amor, apropiarse solamente de
todo lo que significan la vivencia de la Cruz de cada día.
II. Obediencia
1.- El primer grado de la obediencia, dicho de la humildad,
es obedecer a sus superiores sin demora por amor a Cristo; en el instante en que se le Ordena algo lo obedece como si lo hubiese
mandado el mismo Dios y no permiten dilación en realizarlo, por lo que de estos dice el Señor: "No bien escuchó mi voz, me
obedeció", y "El que a vosotros escucha a mi me escucha" y aquella palabra dice: "No vine a hacer mi voluntad sino la de aquel
que me ha enviado", sin tardanza, sin tibieza, sin murmuración y sin réplica de resistencia.
2.- El segundo grado de la humildad consiste en poner siempre
todos sus actos y su vida a los ojos de Dios y todos los deseos ante Cristo, como dice el Profeta: "Ante ti esta todo mi deseo".
3.- El tercer grado de la humildad consiste en despreciar
la propia voluntad, imitando al señor en aquello que dice el Apóstol: "Se hizo obediente hasta la muerte" y también "El placer
merece pena y la necesidad engendra corona".
4.- El cuarto grado de la humildad es abrazarse en cosas duras
y contrarias, y ante cualquier injuria, calladamente y con paciencia soportar todo en el interior, con la conciencia de aquello
que dice el Señor: "El que persevere hasta el fin, ese se salvará".
5.- El quinto grado de la humildad es si por una humilde confesión
a sus hermanos y superiores no oculta ninguno de sus malos pensamientos que sobrevenga al corazón y el mal cometido ocultamente,
siguiendo aquello que dice el Señor: "Descubre al Señor tu camino y espera en El".
6.- El sexto grado de la humildad consiste en estar con todo
menosprecio a si mismo y para todo lo que le manden se juzgue malo e indigno.
7.- El séptimo grado de la humildad consiste en sólo proclamar
con la lengua el último y más vil de todos, sino que lo crea así con íntimo sentimiento del corazón.
8.- El octavo grado de la humildad consiste en no hacer nada
si no lo persuade la Regla común que ha prometido seguir y el ejemplo de los santos.
9.- El grado noveno de la humildad consiste en reprimir la
lengua para hablar y guardar silencio; no hablar hasta ser preguntado.
10.- El décimo grado de la humildad consiste no ser fácil
y pronto en reír.
11.- El onceavo grado de la humildad consiste en que al hablar
se haga con suavidad, sin risas, con gravedad y humildad, diciendo pocas palabras.
12.- El doceavo grado de la humildad consiste en que no solamente
en el corazón sino también en el mismo cuerpo y aspecto físico se manifiesta humilde a todos cuantos lo miran, juzgándose
siempre en todo momento reo de sus pecados y los pecados del mundo ante los ojos de Dios, creyendo hallarse ya en al juicio
divino, diciendo de continuo en su corazón lo que dijo aquel publicano del Evangelio con la mirada fija en la tierra: "Señor,
no soy digno yo, pecador, de levantar mis ojos al cielo".
13.-La virtud de la obediencia no solo debe tributarse por
todos a sus superiores, sino también entre los hermanos deben obedecerse mutuamente, en la seguridad de que por este camino
irán a Dios, a semejanza de la obediencia cadavérica recomendada por San Francisco de Asís.
14.-San Benito comenta que, subidos pues, finalmente todos
estos grados de humildad, llegará el nombre en seguida a aquella caridad de Dios que "siendo perfecto excluye todo temor",
por ella todo cuanto antes observaba no sin recelo empezará a guardarlo si trabajo alguno; como naturalmente y por costumbres,
no ya por temor del infierno, sino por amor a Cristo y cierta costumbre santa por la delectación de las virtudes. Lo cual
se dignará el Señor manifestar por el Espíritu Santo en su obrero purificado ya de vicios y pecados.
III. Castidad
1.- El primer grado de la castidad consiste en guardar los
ojos de todas las cosas y personas del mundo, hasta que la voluntad no reclame satisfacción alguna a través de ellos, siguiendo
aquella palabra del Señor: "Y si tu ojo te es ocasión de pecado, arráncalo y arrójalo lejos de ti, que mas vale tuerto al
Reino de los Cielos, que ser arrojado con tus dos ojos al infierno". Se entregan los ojos a la Santísima Virgen María, para
que ella disponga de ellos a su arbitrio, lo cual será conducirlos a la virginidad.
2.- El segundo grado de la castidad consiste en guardar el
sentido del tacto, entregándolo por completo a la Santísima Virgen María, hasta que este sentido sea el mismo de la Santísima
Virgen. El que tal obra tiene en su conciencia aquellas palabras del Señor: "Y si tu mano te es ocasión de pecado, córtala
y arrójalo lejos de ti, que más vale entrar manco al Reino de los Cielos, que con tus dos manos ser arrojado al infierno"
3.- El tercer grado de la castidad consiste en guardar la
lengua, el oído y el olfato de las cosas y satisfacciones del mundo, entregándolos a la Santísima Virgen como cosa y posesión
suya.
4.- El cuarto grado de la castidad, consiste en entregar a
la Santísima Virgen María todos los sentidos internos, la memoria y la imaginativa, para que Ella los purifique e imprima
sus sellos en los mismos.
5.- El quinto grado de la castidad consiste en entregar a
la Santísima Virgen María las potencias superiores de la voluntad y del entendimiento para que en su ordinaria posesión se
enderecen a adquirir la virginidad del espíritu.
6.- El sexto grado de la castidad consiste en vivir diariamente
como si fuese la misma Virgen Santísima la que vive y obra en las personas.
7.- El séptimo grado de la castidad consiste en vivir la Virginidad
de la Santísima Virgen María y engendrar con todos los actos la vida al mismo Cristo, hasta decir: "No soy yo quien vive,
sino Cristo quien vive en mí". Los matrimonios son encaminados a alcanzar este grado cuando, guiados por el Espíritu
Santo, cumplen con la separación de cuerpos de prudente y común acuerdo para alcanzar la entrega de San José y de la
Santísima Virgen María en imitación total a su divino Hijo, quien en fecunda virginidad se entregó a su esposa la Iglesia
para engendrar y ofrecer el perfecto culto de adoración al Padre.
IV. Estabilidad
1.- El primer grado de la estabilidad consiste en que una
vez en Estado de Gracia, conformarse con el estado y lugar en donde se desarrolla su vida, con la decisión de santificarse
en el cumplimiento de sus responsabilidades.
2.- El segundo grado de la estabilidad consiste en amar su
estado de vida y las responsabilidades a las que fue llamado y con diligencia cumplirlas todas.
3.- El tercer grado de la estabilidad consiste en imitar ordinariamente
a la Santísima Virgen en todas las responsabilidades, propias del estado, como si ella fuese quien las cumpliera.
4.- El cuarto grado de la estabilidad consiste en buscar agradar
a todos sus semejantes con el servicio que da en el cumplimiento de su responsabilidad, y entristecerse si no lo logra.
5.- El quinto grado de la estabilidad consiste en buscar servir
perfectamente a todos sus semejantes con el cumplimiento de sus responsabilidades y estar en disponibilidad de dar un mayor
servicio.
6.- El sexto grado de la estabilidad consiste en arder de
amor en al cumplimiento de sus responsabilidades, crucificándose en las mismas en semejanza de Nuestro Señor Jesucristo, haciendo
las más humildes y aquellas que todos desprecian.
7.- El séptimo grado de la estabilidad consiste en que
una vez crucificado en el cumplimiento de sus responsabilidades, y con gran caridad, se tiene a sí mismo como el peor de todos
y se repite de continuo: "Que premio merezco Señor, si solamente hago lo que tengo que hacer".
A) Grados perfectos de Estabilidad
8.- El octavo grado de la estabilidad consiste en ser
felices con vivir diariamente la Pobreza de Espíritu (Mt 5, 3) con el objeto de poseer el Reino de los Cielos, sirviéndose
de los bienes de este mundo, sin posesionarse de ellos y utilizándolos en todo momento para luchar por el Reino de Dios y
su justicia.
9.- El noveno grado de la estabilidad consiste en estar
diariamente contentos y ser felices practicando la mansedumbre y la dulzura (Mt. 5, 4) en el trato con todos los hombres,
sin perturbarse ni alterarse, incluso en la práctica de la justicia, del derecho, de la denuncia profética y el celo por la
justicia de Dios, con el objetivo de cumplir con la herencia de la tierra que Dios ha destinado, el cuerpo resucitado y glorioso.
10.- El décimo grado de la estabilidad consiste en ser
diariamente felices con el llanto (Mt. 5, 5) interno y/o externo de la compunción del corazón y del agradecimiento por el
amor de Dios y todos los bienes de su amor que nos da diariamente, con el objetivo de tener el consuelo del mismo Dios, prometido
en el Evangelio y en el Apocalipsis.
11.- El undécimo grado de la estabilidad consiste en que
diariamente estemos contentos y seamos felices con buscar la justicia de Dios (Mt. 5, 6) en todos nuestros actos y que se
establezca en todos los hombres, con un celo permanente e insaciable, con el objeto de alcanzar de Dios un día la saciedad
cuando se establezca su ley en todo el orbe.
12.- El duodécimo grado de la estabilidad consiste en estar
contentos y ser felices con perdonar siempre (Mt. 5, 7) a todos las ofensas que nos hagan en el acto mismo de la ofensa, sin
permitir en ningún momento el recelo o el mal sentimiento interior y en tener misericordia siempre, para alcanzar la promesa
de alcanzar misericordia delante de Dios por las ofensas que hemos hecho a su justicia y a su amor y ternura por nosotros.
13.- El décimo tercer grado de la estabilidad consiste
en serl felices y estar contentos con aplicar siempre la justicia a nuestro cuerpo, nuestra mente y nuestro corazón de manera
que las apetencias desordenadas jamás prevalezcan en nuestro corazón y diariamente, en cada momento seamos limpios de corazón
(Mt.5, 8) con el inefable deseos constante y permanente de ver a Dios que ha sido prometido.
14.- El décimo cuarto grado de la estabilidad consiste
en buscar diariamente la paz de Cristo (Mt 5, 9), en todos los actos de nuestra
vida y en toda la relación con los hombres, que consiste en ser felices practicar el derecho de dar a cada uno lo que le corresponde,
empezando por dar a Dios lo que es de Dios, esto es, amarlo con todo el corazón, con toda la mente y con todas las fuerzas
y amar al prójimo como a uno mismo. De esta manera se alcanza la paz con Dios, con uno mismo y con el prójimo. Ello es con
el objeto de obtener el título de hijos de Dios.
15.- El décimo quinto octavo grado de la estabilidad consiste
en cumpliendo diariamente todo lo anterior, ser felices cuando obtengamos la persecución por causa de la justicia de Dios
(Mt. 5, 10), para alcanzar la posesión del Reino de los Cielos. Un grado más perfecto consiste en alegrarse de tal manera
que podamos regocijarnos y expresarlo con jubilo gritos y brincos, en el momento de que seamos injuriados y perseguidos y
que se diga mintiendo de nosotros, toda cosa mala por causa de amar a Cristo, de cumplir sus mandatos y de practicar y buscar
su justicia y la verdad, con el objetivo de que con tales persecuciones, sea grande la recompensa en el Cielo, como Cristo
lo promete, porque de esa manera, nos asemejaremos a los profetas de Dios.
V. Conversión de Costumbres
1.- El primer grado de la conversión de costumbres consiste
en arrepentirse de todos sus pecados y juzgarse reo de todos ellos todos los días. Tener diariamente la compunción del corazón
y pedirla con humildad. El ejercicio del Vía Crucis asumiéndose como el corazón de la Santísima Virgen María ayudará a reflejar
en nosotros a Cristo en el Huerto de Getsemaní. Nuestra alma penetrará los secretos del corazón de María, lo profundo del
corazón del Señor y en ese acto igualmente se observará cómo está delante de Dios, dándose cuenta que Jesús verdaderamente
nos ha amado, mientras que nuestro amor por él es poco y miserable.
2.- El segundo grado de la conversión de costumbres consiste
en cumplir ordinariamente con todos los instrumentos de las buenas obras.
3.- El tercer grado de la conversión de costumbres consiste
en despreciar el pecado y amar al pecador como Cristo lo ama. Sentirse pecador y reo de la culpa mientras que un solo hombre
sea pecador y por tanto jamás juzgar a nadie, sino aunque no esté de acuerdo con él, compréndalo y ámelo, lo cual se pondera
correctamente con la denuncia contra el pecado y a los que inducen al pecado, por quienes habrá de hacer más sacrificios.
4.- El cuarto grado de la conversión de costumbres consiste
en orar continuamente con la boca y la mente.
5.- El quinto grado de la conversión de costumbres consiste
en adquirir la oración incesante del corazón “la llama de amor”, la oración silenciosa permanente. En este
grado es posible que el Señor otorgue el don de lágrimas.
6.- El sexto grado de la conversión de costumbres consiste
en desprenderse de todos los bienes, repartirlos entre los pobres y seguir a Cristo incondicionalmente. Si por su estado no
es posible, el deseo ardiente del desprendimiento y la práctica de la entrega diaria a quienes está obligado obtiene este
grado.
7.- El séptimo grado de la conversión de costumbres consiste
en imitar ordinariamente a Cristo, imitando a la Santísima Virgen María, hasta poder decir: "no soy yo quien vivo, sino Cristo
quien vive en mí".
VI. Santa Esclavitud a la Santísima Virgen María
1.- El primer grado de la esclavitud a María consiste en disponerse
a hacer todo lo anterior en Ella, con Ella, por Ella y para Ella y pronunciar la entrega en santa esclavitud, bajo la consagración
diaria a su inmaculado corazón.
2.- El segundo grado de la esclavitud a María consiste en
participar en la Eucaristía con mucha frecuencia, rezar diariamente el Santo Rosario, el Vía Crucis, y la Liturgia de las
Horas, viviéndolos como la Santísima Virgen María.
3.- El tercer grado de la esclavitud a María consiste en llevar
un silicio como prueba de esclavitud a María y como recordatorio constante de los sufrimientos que Ella padeció en la tierra.
4.- El cuarto grado de la esclavitud a María consiste en que
todas las obras son hechas con Ella, por Ella, para Ella y en Ella.
5.- El quinto grado de la esclavitud a María consiste en proclamar
las virtudes de esta esclavitud a todos los hombres, enseñar el catecismo siempre y a servir sirviendo a los demás.
6.- El sexto grado de la esclavitud a María consiste en entregar
todo el tesoro espiritual a María.
7.- El séptimo grado de la esclavitud a María consiste en
vivir sin voluntad propia alguna que no sea vivir la Cruz de Jesucristo y buscarla por todos los medios, así como entregarse
totalmente a ser víctima de amor.
VII. Víctima de amor
1.- El único grado de convertirse en víctima de amor consiste
en cumplir con el siguiente ofrecimiento:
"Oh Dios mío, deseo amarte y hacerte amar; deseo cumplir perfectamente
tu voluntad, ser santo; pero ante mi impotencia te pido ser mi santidad. Te ofrezco los méritos de Jesucristo, de los santos
y sobre todo de la Santísima Virgen María, mi madre amada. Quédate en mí como en un sagrario; no te alejes jamás de mí. Quítame
la libertad de ofenderte y si por flaqueza caigo alguna vez, que al punto tu mirada me purifique. Agradezco todas las gracias
que me has concedido, especialmente por hacerme pasar por el crisol del sufrimiento. Después de este destierro, espero que
gozaré de ti en el cielo, pero no quiero atesorar méritos para el cielo, quiero trabajar sólo por tu amor, con el único fin
de agradarte, de consolar tu corazón y salvar almas que te amen eternamente. En el ocaso de esta vida me presentaré ante ti
con las manos vacías, porque todas nuestras obras están manchadas en tu presencia. Quiero revestirme de tu justicia y recibir
de tu amor la posesión eterna de ti mismo. A fin de vivir en un acto perfecto de amor yo ( ... ) me ofrezco como víctima
de amor holocausto a tu amor misericordioso, suplicándote que me consumas sin cesar, dejando que se desbOrden en mí alma los
raudales de tu infinita ternura, que en ti se encierran, para que así llegue a ser mártir por tu amor. Que este martirio,
después de haberme preparado a comparecer ante ti, me haga finalmente morir y que mi alma se arroje sin demora en el brazo
de tu amor misericordioso. Quiero, ¡Oh amado mío! a cada latido de mi corazón, renovarte este ofrecimiento, hasta que desvanecidas
ya las sombras, pueda de continuo declararte mi amor, mirando a tus ojos".